Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2011

Contra las relaciones sentimentales.

Antes que nada, perdona si huele un poco a cerrado, hacía mucho tiempo que nadie se alojaba aquí, y menos aún con la intención de quedarse. Ábreme bien de puertas y ventanas. Que corra el aire, que entre la luz, que pinten algo los colores, que a este azul se le suba el rojo, que hoy nos vamos a poner moraos. Y hablando de ponerse, vete poniendo cómoda, que estás en tu casa. Yo, por mi parte, lo he dejado todo dispuesto para que no quieras mudarte ya más. Puedes dejar tus cosas aquí, entre los años que te busqué y los que te pienso seguir encontrando. Los primeros están llenos de errores, los segundos, teñidos de ganas de no equivocarme otra vez. El espacio es tan acogedor como me permite mi honestidad. Ni muy pequeño para sentirse incómodo ni muy grande como para meter mentiras. Mis recuerdos los dejé todos esparcidos por ahí, en cajas de zapatos gastados y cansados de merodear por vidas ajenas. No pises aún, que está fregado con lágrimas recientes, y podrías resbalar. Yo te aviso

Dcb

Lo lamento. Ya no entiendo nada de lo que haces ni de cuanto hablas. Y en ese mundo en el que dices que estuviste, que yo creo que no existe, nunca pasó nada.

Sin viaje

Imagen
Son las doce y la media mañana me pilla recogiendo mis cosas. Hoy, mi maleta parece más pequeña, prefiere no cerrarse. En ella meto ropa, zapatos, libros, pinturas y algún que otro recuerdo de estos días. Unos días que no prometían nada y han acabado enganchándome de nuevo al pasado.  Y bien sé lo que viene ahora, no soy primeriza en esto. El exceso de equipaje es más un inconveniente que una ventaja. Ya me avisaron la última vez que si mi maleta volvía a pasarse del peso establecido no me dejarían viajar. Y así ha sido. [...] Nunca tuve el valor suficiente para dejar tirado un bonito recuerdo en un aeropuerto.

Días grises.

Imagen
Paseé nerviosamente de un lado a otro de la habitación, deteniéndome en dos o tres ocasiones frente a la ventana. El día estaba gris y grises eran también las personas que allá abajo, en la calle, se desplazaban de un lado a otro, movidas quizá por impulsos o intereses que no controlaban, como me ocurría a mi en aquellos instantes.

Completamente Viernes.

Por detergentes y lavavajillas, por libros ordenados y escobas en el suelo, por los cristales limpios, por la mesa sin papeles, libretas ni bolígrafos, por los sillones sin periódicos, quien se acerque a mi casa puede encontrar un día completamente viernes. Como yo me lo encuentro cuando salgo a la calle y está la catedral tomada por el mundo de los vivos y en el supermercado junio se hace botella de ginebra, embutidos y postre, abanico de luz en el quiosco de la floristería, ciudad que se desnuda completamente viernes. Así mi cuerpo que se hace memoria de tu cuerpo y te presiente en la inquietud de todo lo que toca, en el mando a distancia de la música, en el papel de la revista, en el hielo deshecho igual que se deshace una mañana completamente viernes. Cuando se abre la puerta de la calle, la nevera adivina lo que supo mi cuerpo y sugiere otros títulos para este poema: completamente tú, mañana de regreso, el buen amor, la buena compañía. Luis García Montero Hoy. Examen de Literatur