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Mostrando entradas de 2013

El universo es azul

Normalmente me quedo desafiante mirando el inmenso universo azul que se esconde tras sus ojos y siento que no quiero más tonos en la gama de colores de mi vida.  En realidad siempre lo he sabido, siempre he querido que fuese él, con su azul, quien pintase mis días, subrayara mis alegrías y mezclase su azul con el gris de mis fracasos y tristezas.  Quiero ese azul, quiero sus ojos mirándome siempre, las cosquillas en mi barriga. Deseo un futuro azul chicle, una vida a su lado sin cansarme jamás de este bendito  color que un día me enseñó y en torno al que ahora ya veo casi todas las cosas. 

Balance en proceso

Es el momento de recopilar momentos, resumir sentimientos, sentir nostalgia y alegrarse de seguir, un año más, disfrutando de la compañía de aquellas personas que han decidido quedarse a tu lado para bien y para mal, con lo bueno, lo regular y con lo malo. 2013 se despide de nosotros y mucho me temo que no será echado de menos.  Aún así, el balance está en proceso.

Carta a un amigo

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11 de Marzo de 2013 Queridísimo Wanso, auténtico y querido amigo.  Como ya sabes, desde hace unos meses asisto a un taller de Escritura Narrativa al que decidí matricularme con un objetivo claro. Pues bien, te escribo para comentarte todos los logros que estoy consiguiendo y todas las experiencias literarias que estoy aprendiendo. Para ser sincera, debo confesarte que en algunas ocasiones me cuesta un poco obedecer a la profesora que imparte el taller, pues ya me conoces y sabes que la inspiración para escribir me llega en los momentos más inoportunos y desaparece cuando alguien me pide o sugiere que escriba algo, aunque me han comentado (cosa que me tranquiliza) que ese bloqueo acaba desapareciendo o disminuyendo con la práctica, de tal forma que yo no dejo de intentarlo. Igualmente, a veces, mantengo mi espíritu rebelde que tanto me caracteriza: hacer lo que debo cuando no corresponde y lo que no debo cuando corresponde. Volviendo a todo lo aprendido en este -breve-

Revalorizando despedidas (...)

Qué distinto mi dolor a tu "te echaré de menos". Eso mismo me susurra la canción que ahora me llega entre recuerdos, lluvia y soledad. Desde que no estás aquí, desde que tuviste que dejar esta maldita ciudad, el invierno parece más frío, más gris. Menos azul. De mitades y amores eternos nos hemos cansado de hablar. Es imposible, a la vez que frágil, hablar de eternidad. Somos mortales, no dioses. Pero del mismo modo, es demasiado difícil no creer que los amantes de entretiempo ya pasaron y volaron como vuelo yo en cada despedida. Porque es momento de recordar que en cada último beso de aeropuerto te dejo parte de mí. Te regalo un trozo de todo lo que puedo llegar a ser para que tú, delicadamente, lo cuides y me lo devuelvas en cada reencuentro. Porque si por algo me gustan las despedidas, es por los reencuentros. Y hasta ahora lo has sabido hacer bien. Me devuelves revalorizada la parte con la que te quedas. Me haces querer irme para después volver a ti, a mí. Es duro, no p

¡Sorpresa!

Llueve de forma metafórica, ya me entendéis. Yo me entiendo.

Dicen que el martes volverá a llover

Me gusta la lluvia.  Curiosamente debo agradecerle al temporal de esta semana que haya descubierto la faceta más hipócrita de mí. ¡Cuánta falsedad encontramos en uno mismo! Después de contar con una media de 25 quejas al minuto sobre el mal tiempo durante el día de hoy, ahora y sin venir a cuento, comienzo este pequeño fragmento con una afirmación tan sencilla como verdadera: "me gusta la lluvia"  Me he pillado en mi propia mentira. No he logrado engañarme a mí misma. Entonces, ¿cómo pretendéis que sepa engañar al resto del mundo? Imposible. Me gusta la lluvia porque me hace sentir viva. Como tú.

Microrrelato nº1

' ¿En qué se convierte un amor platónico una vez que se ha conseguido? ' era la pregunta que llevaba ocupando la mente de Lis a tiempo completo los últimos cuatro días. Y es que todo había pasado demasiado deprisa, sin lugar a dudas había sido un golpe de suerte caído sin saber muy bien de dónde. No era más que una cuestión estúpida, de las que se sabía la respuesta mucho antes de llegar a preguntárselo. Ella era, posiblemente, la persona a la que más le gustaba por aquellos tiempos idealizar un romance. Buscar una pasión, un motivo por el que ser feliz e infeliz. Una historia. Y, esta vez, Lis contaba con todos los elementos necesarios para crearla: un cálido verano, una noche de alcohol y situaciones que se acabaron dando solas, un amor platónico que había pasado por su cama y unas ganas de aceptar todo lo que viniese prometiéndose a sí misma no quejarse de nada ni esperar nada que no pudieran darle. Es curiosa la forma en la que hay almas que viajan por mundos difere