Entradas

Mostrando entradas de 2014

¿Viajamos?

Imagen
¿A quién no le gusta viajar? ¿Escapar? ¿Desconectar? ¿A quién no le apetece coger el coche y poner tierra de por medio? En soledad o acompañado . Quien dice coche, dice autobús, tren o, incluso, conducir una bicicleta. ¿Quién no necesita volar en primera clase en la aerolínea de su mente? ¿Quién no quiere descubrir nuevos lugares o volver a viejos conocidos? ¿Quién no quiere descubrirse a sí mismo sintiendo?  Da igual que sea en positivo o negativo. Nueva York, Roma, París o Londres pueden ser personas que recorrer a low-cost . Sus monumentos, museos y calles pueden ser caricias o palabras . Sus espectáculos se pueden disfrutar en el interior de cada uno. ¡Y de qué manera! ¿A quién le desagrada la idea de olvidar intencionadamente los problemas en una habitación de hotel?  ¿Quién no siente la ilusión de las horas previas de la partida o la impotencia de no poder alargar los días cuando toca volver? Porque sí, porque somos así. Nos gusta viajar porque intentamos s

Micronoviembre

Hoy que sí hace frío, no tengo a la persona que me deja acurrucarme, a modo de pieza de tetris, en el sofá de la siesta. Hoy, la duermo sola porque ha llegado -un poquito- el invierno y la nostalgia.

La edad de los viernes

Imagen
Esta tarde leía un post sobre cómo cambiamos el concepto ‘salir de fiesta’ según nuestra edad. La verdad es que no descubría  nada novedoso sobre el tema pero sí hace reflexionar cómo cada uno de nosotros experimentamos ese cambio. Y aquí estoy delante de esta pantalla en blanco analizando un viernes que no hace promesas de un fin de semana inolvidable. Y no las hace porque sabe que no podría cumplirlas.  Ahora vivo sola y a la cabeza le gusta dar más vueltas de la cuenta, posiblemente será por ello la excusa de esta entrada.    Lejos quedó esa etapa universitaria en la que la que al llegar a casa después de clase siempre había alguien que tenía todo el fin de semana planificado y te lo contaba con dos chupitos sobre la mesa. Hoy son las 20:27 y la ‘friday night’ se introduce en mi pequeño piso granadino mientras ‘whatsappeo’ con una amiga en inglés –por eso de alargar un poco más las clases de la academia– . No hay plan y no lo busco. Miro a mi alrededor y lo prim

Mi pequeño granito de arena

Imagen
Hoy, 10 de octubre, es el  ‪#‎ DíaMundialDeLaSaludMental‬ .  ‪#‎ YoTambiénEstoyContraElEstigma‬ Los estigmas que recaen sobre los enfermos mentales son innumerables e infundados a lo largo del tiempo, por lo que estas personas no sólo tienen que luchar para afrontar su enfermedad si no que también lo tienen que hacer para liberarse de esta estigmatización a la que la sociedad les ha condenado. Afortunadamente, son muchos los profesionales y voluntarios que día a día le plantan car a a las marcas impuestas a estas personas, van en contra de la sociedad que aun permanece empeñada en señalarlos como 'personas peligrosas o agresivas', entre otras cosas.  Son ellos los que trabajan de tú a tú con los enfermos, son sus amigos, sus consejeros y en muchas ocasiones sus responsables y a través de su experiencia se constata la falsedad de todo lo que tradicionalmente se ha divulgado sobre estos enfermos. Son profesionales y voluntarios que batallan por difundir la realidad, y nada

Enigmas de un recién estrenado otoño

Octubre son papeles desordenados buscando por sí solos coherencia. Octubre es la lluvia imprescindible para revivir del tórrido acomodamiento, es lograr disfrutar de las esperas y los autobuses "fuera de servicio" a ninguna parte. Es querer más. Octubre es inconformismo , es obligarse a sí misma a olvidar lo inconveniente.  Octubre es hacer del burdeos más que un simple color de esmalte de uñas y barra de labios. Octubre se compone de las oportunidades fortuitas, de valentía y, cómo no, de los retos más insólitos.  Octubre es conseguir congelar sentimientos para que aguanten bien todo el invierno. Es el mes de los pasos firmes y los kilómetros insalvables. Es precaución al soñar como si pasara en un semáforo en ámbar, pero a la vez es un no dejar de soñar. Octubre, bienvenido.

Romper espejos para reparar reflejos

Imagen
Intentó evitarlo y no supo cómo.  Durante años esquivó todo atisbo de un reflejo que repudiaba, pero sabía inequívocamente que no podría mantener alejadas aquellas turbias reminiscencias durante mucho tiempo más. Y así, sorteando oportunidades, llegó la situación: el momento en un día nublado que amenazaba tormenta. Llegó atronadora la ocasión como atronador había entrado septiembre.  Era el momento de afrontarlo y se introdujo en una habitación llena de espejos. Ni un solo hueco en aquellas paredes quedaba al desnudo, cada milímetro de la estancia quedaba recubierta con un cristal que destellaba reflejos antagónicos.  Verse allí le resultó insoportable, odiaba todo lo que proyectaba. Ni siquiera la parte derecha de su reflejo, esa que se supone positiva, compensaba el dolor profundo que desfiguraba todo lo que allí vio. Pero aún más insoportable fue intuirse encerrada cuando la puerta selló toda posibilidad de escapar. Sufrió y se torturó a sí misma por sentirse juzg

Resaca cómplice

Y una mañana cualquiera, desayunando por ejemplo, caes en la cuenta de que la cerveza de la tarde anterior parecía estar más fresquita que de costumbre; que la disfrutaste como ninguna otra. O que por la noche, las estrellas brillaban con algo más de intensidad. Seguro que presumiendo de transformar la tranquila orilla de la playa en el templo de la seguridad. Así, una mañana cualquiera, en el último sorbo del café, o al último bocado de la tostada, te haces consciente de que la complicidad no necesita de grandes planes para convertir los momentos cotidianos en rutinas perfectas.

Llegando sin querer

Irrumpe con fuerza rompiendo ventanales y colándose a través de ellos.  Se instala con lo justo. Esta vez ha llegado sin apenas darme cuenta y sin ni siquiera haberlo esperado demasiado. Nada más llegar me ha obligado a meter en cajas los momentos vividos, según dice, así será más fácil llevarlos conmigo. Las aspiraciones, nuevos retos e ilusiones me recomienda tenerlas en una libreta siempre a mano. Así hago. Evoca al pasado, promete superarlo.  Trae ambiciosos proyectos bajo el brazo, amistad y amor en su maleta. Ha prometido ser libertad y encargarse de todas esas cosas y/o personas que no aportan nada más que colores oscuros. A él le gusta el azul. También el amarillo, el rosa, el naranja, el gris y el verde. Colores que se traducen en mar, sol, toallas mojadas, periódicos, cervezas y el más esperado punto de encuentro. En esta ocasión ha sabido mezclar sensaciones dispares como el sabor agridulce de las despedidas, la incertidumbre inherente a todo inicio de una

Doble campo de batalla

Imagen
Q uizás sea por la similitud del temario o quizás la nostalgia de añorar un tiempo que no volverá, pero recuerdo ahora aquellas noches de tercero en las que era imposible concentrarse delante de los apuntes de Hª del Periodismo Universal. Noches en las que las latas de Burns y los fluorescentes invadían la mesa como si de un campo de batalla se tratase. Y sí, ciertamente lo era: una lucha por mantener dos minutos la atención en el primer párrafo, pero también una lucha para llegar a conquistar todo lo que, a día de hoy, podemos decir orgullosos que hemos conquistado. Añoraré esas noches por dos motivos , uno es el fin de una etapa universitaria y el otro, ya se lo imaginarán ustedes, es seguir escribiéndome notitas mientras estudiaba con esa persona que tanto aporta en mi vida.  Pero eso sí, él sigue subrayando mi día a día de azul.

Cámara narrador

Lo he intentado muchas veces, pero no puedo dejar de observar a las personas que pasan por mi lado cada día. Suelo elegir a una de ellas, o a varias, al azar y centro mi atención en el personaje anónimo que representa en esta ida y venida que caracteriza a la calle y su mañana. Imagino sus vidas a través de las pistas que, ellas sin saberlo, me proporcionan con sus ojos, sonrisas, sus gestos o, incluso sus silencios. Esta vez, ante mí una pareja. Ella es rubia, cabello rizado y bien peinado. Por su forma de vestir, parece una persona que huye de las formalidades cotidianas y él, en cambio, viste de traje. Pienso en lo curioso que es detenerse a observar cómo ambos mueven acaloradamente las manos, una fuerte discusión, parece como si nunca llegaran a entenderse.  Desde aquí, desde la ventana, es fácil imaginar uno de los cientos de problemas de los que pueden estar guerreando: una traición, una deuda, un desacuerdo. No obstante, no se observa vínculo afectivo entre ambos, au

Ser domingo

Queda un mapa de carretera sobradamente conocido. Una ciudad del recuerdo que nos une y separa a la vez. Queda ser domingo.

Zona Roja

Imagen
- Debes comprenderle; lo que le ilusiona es investigar, estudiar, escribir... - Perder el tiempo, vamos. Zona Roja Fernando Vizcaíno Casas

Deseos (In)confesables

Era jueves y yo acababa de llegar a casa en uno de esos días nada gratificantes.  Medianoche. Una ducha, un café y seguir dándole vueltas al enfoque de un artículo que se me había atravesado fue lo que hice. Quizás me estaba exigiendo demasiado, quizás no.  Aislada, quemada, frustrada me encontraba. Atrapada en una burbuja de 'no-inspiración' propia de toda persona que se provoca a sí misma. Fue entonces cuando vi sus dos llamadas perdidas. Sonreí. Sentí, repentinamente, la distancia golpeándome más fuerte que nunca. Fueron los días que habían pasado desde el último encuentro, las horas de viaje y los kilómetros entre las dos ciudades los que me habían dado una gran hostia en nombre de una distancia espacio-temporal difícil de soportar. Y en un momento de liberación, o posiblemente de anhelo de sinceridad, me decidí a abrir el correo y le escribí un e-mail confesando que le necesitaba, que tenía ganas de él. De hacerlo con él o que me lo hiciese. Lo mismo me

No es el tiempo lo que pierdo

No es el tiempo lo que me dedico a perder ahora, entre otras cosas, porque no lo tengo. Tampoco pierdo las viejas costumbres y me resulta muy angustioso intentar compatibilizarlo. Se me escapan momentos, olvido cómo describir situaciones y los sentimientos parecen enterrados. Pero no. Llega un momento en el que te pones a escribir algo demasiado surrealista como para entenderlo tú misma. Algo que tienes que borrar por no entender cómo has podido enlazar tanta incongruencia junta, tantas ideas absurdas encadenadas. Dejarse llevar, sin parar de escribir, sin ser consciente, o siéndolo mucho de todo lo que nuestro subconsciente quiere sacar a la luz. Porque no hay forma más bella de liberalizar el pensamiento, los deseos, las pasiones ocultas, las cosas que no debemos guardar. Porque somos a la misma vez gente muy privativa de la vida íntima mezclado con la extrema dependencia de expresar en cada momento aquello que nos pasa. Por eso siempre lo suelo recomendar. Por ello, este texto sin

Treinta. Más 1.

Imagen
He visto correr a los minutos y, también, a los días volar a un destino mejor: el recuerdo.  ¡Enero fuera!  

Antídoto para un domingo cualquiera

La sensación viene a ser la misma que la que invade al solitario viajero anónimo que pasa a diario por la misma estación de tren en su regreso a casa. Las primeras dos veces observa, yo diría que con detenimiento, cada detalle de la imagen que se refleja a través del cristal y consigue sorprenderse por la originalidad de la estampa.  La tercera y sucesivas, ni siquiera levanta la mirada del suplemento publicitario que tiene entre sus manos, y ya se sabe que todos odiamos los malditos anuncios -tan engañosos ellos-. No queda alternativa: le resulta tan familiar esa estación ferroviaria, con sus idas y venidas de trenes puntuales, que ha dejado de interesarle lo que pasa en ella.  Pues eso, es domingo.

Cambios de invierno

Un corte de pelo. Quitarle la leche al café de cada mañana. Coca-Cola por Pepsi. Gafas nuevas. Dejar de fumar. Pedir sacarina en vez de azúcar. Incluir una barra de labios roja en el bolso, porque el marrón ahora es aburrido. Sustituir los libros de poesía de cada noche por una interesante novela. Reír. Escapar de coger el metro o el bus: andar sin destino. Dejar el paraguas en casa con el único motivo de sentir la lluvia mojándome la cara. Revivir. Pequeños cambios rutinarios, necesarios. Cambios que pasan desapercibidos pero que, sin embargo, oxigenan mi asfixiado día a día. Cambios que me oxigenan a mí.

Carrera sin meta

Imagen
Es el inicio de una carrera que no tiene meta.  El camino a recorrer por los participantes no concluye en un mismo punto. Nadie gana, todos pierden. Cada uno ha decidido marcar su objetivo, su destino, su ritmo y su velocidad. Y no, esta vez no han podido acordar un punto intermedio, no se ha conseguido el 'ni para ti ni para mí'. Al igual que tampoco han querido fijar un final de referencia a pesar de unos ingenuos esfuerzos. Entonces, ¿por qué y para qué participar en esta carrera? 

Muerte metafórica

ELLA no recuerda el momento en el que ocurrió.  De hecho, no recuerda nada de los últimos dos meses a pesar de que su entorno no ha cesado en el intento de activar en su memoria el más insignificante detalle que pueda dar paso a una explosión de lucidez y conciencia. El tiempo ha pasado lento y pesado, dejándose sentir en cada minuto y segundo. Las horas se han hecho eternas y los días infinitos. Son innumerables las suposiciones, teorías e historias que su entorno se ha encargado de imaginar sobre lo sucedido. Algunas de estas historias se asemejan a la realidad, otras la plasman y la mayoría quedan   muy lejos de resultar, incluso, creíbles. Lo que único cierto es que ELLA se ha convertido en la protagonista de todas, al igual, que lo es de la real.  Sólo ELLA conoce lo que ocurrió y no parece estar dispuesta a recordar nada. Por el momento. Muchos quisieran entender lo que pasó para que ELLA se quedase en ese estado de aislamiento, pánico y tristeza en el que se encuentra

Otros

Finales que tienen la capacidad de crear el mismo contexto angustioso que cualquier incierto, dubitativo e imprevisible comienzo.

Ese día que te gustaría evitar

Imagen
Esa mañana en la que la ilusión se convierte en el despertador de todos los niños. Esa mañana que se define a través de las risas, las ganas, los nervios, la incertidumbre de saber si los Reyes habrán acertado con sus regalos.  Esa mañana que, perdón por lo que voy a decir, no me acaba de gustar. Y muchísimo menos este año. De esa mañana recuerdo recorrer el pasillo de casa y, tras bajar las escaleras velozmente, encontrar debajo del árbol todos aquellos deseos envueltos en un bonito papel de regalo. Recuerdo las galletas mordidas por los camellos, las tazas de leche vacías, el agua bebida. Me acuerdo de la cara de mi hermana, a la que le parecía tan mágico como a mí que un camello pudiese entrar en nuestra casa para comerse una galleta.Como también le sorprendía que los Reyes SIEMPRE acertasen y trajesen cosas que ni si quiera les habíamos pedido pero que sí queríamos.  A pesar de que la mayoría de recuerdos que tengo de este día son muy buenos, debo aclarar que no me gusta p