Llegando sin querer
Irrumpe con fuerza rompiendo ventanales y colándose a través de ellos. Se instala con lo justo. Esta vez ha llegado sin apenas darme cuenta y sin ni siquiera haberlo esperado demasiado. Nada más llegar me ha obligado a meter en cajas los momentos vividos, según dice, así será más fácil llevarlos conmigo. Las aspiraciones, nuevos retos e ilusiones me recomienda tenerlas en una libreta siempre a mano. Así hago. Evoca al pasado, promete superarlo. Trae ambiciosos proyectos bajo el brazo, amistad y amor en su maleta. Ha prometido ser libertad y encargarse de todas esas cosas y/o personas que no aportan nada más que colores oscuros. A él le gusta el azul. También el amarillo, el rosa, el naranja, el gris y el verde. Colores que se traducen en mar, sol, toallas mojadas, periódicos, cervezas y el más esperado punto de encuentro. En esta ocasión ha sabido mezclar sensaciones dispares como el sabor agridulce de las despedidas, la incertidumbre inherente a todo inicio de una