Carta a un amigo

11 de Marzo de 2013

Queridísimo Wanso, auténtico y querido amigo. 

Como ya sabes, desde hace unos meses asisto a un taller de Escritura Narrativa al que decidí matricularme con un objetivo claro. Pues bien, te escribo para comentarte todos los logros que estoy consiguiendo y todas las experiencias literarias que estoy aprendiendo.

Para ser sincera, debo confesarte que en algunas ocasiones me cuesta un poco obedecer a la profesora que imparte el taller, pues ya me conoces y sabes que la inspiración para escribir me llega en los momentos más inoportunos y desaparece cuando alguien me pide o sugiere que escriba algo, aunque me han comentado (cosa que me tranquiliza) que ese bloqueo acaba desapareciendo o disminuyendo con la práctica, de tal forma que yo no dejo de intentarlo. Igualmente, a veces, mantengo mi espíritu rebelde que tanto me caracteriza: hacer lo que debo cuando no corresponde y lo que no debo cuando corresponde.

Volviendo a todo lo aprendido en este -breve- tiempo que ha pasado desde que se inició el taller, y obviando la dosis de disciplina a la que intento someterme, reconozco que estoy practicando géneros que hasta hace poco se me antojaban aburridos como es el caso del cuento literario. Y llego a la conclusión de que la pasividad y desmotivación que me producía no era más que una consecuencia directa de sentirme incapaz de ponerle punto y final a uno de ellos, infravaloraba la capacidad de, ni tan siquiera, llegar a poner la primera letra de un primer párrafo del planteamiento de un cuento. Ahora al menos sé que si quiero, puedo. Independientemente de la calidad y/o consecución de un relato medianamente aceptable, pero ya sabemos: todo requiere práctica.

En un nivel algo más personal, el taller me hace empatizar e identificarme con muchos de mis compañeros -algunos viejos conocidos- a través de sus narraciones, de su arte y delicadeza a la hora de escribir. Puedo afirmar sin exagerar que aprendo con y de ellos.

¿Comprendes ahora lo útil que me resulta este taller, Wanso? No se trata sólo de aprender las características principales de un género, o su técnica. Se trata de compartir experiencias y errores, de someterse a la crítica constructiva y constante de tus colegas y de otros desconocidos que dejarán de serlo, seguramente, cuando finalice el taller. ¿Lo entiendes o no?

Además, tenemos una experta en la materia como consejera y como observas, no hablo ya de profesora. Su trato cercano y de colaboración, me hace verla como una compañera más y espero que a ella no le moleste. Si bien es cierto que es la que nos guía y enseña, posee los conocimientos adecuados y requeridos para ejercer de "iluminadora" en este camino tan negro que comenzaba al inicio del taller. Muchos empezábamos de cero y ha demostrado enorme paciencia con nosotros. También, agradezco las recomendaciones bibliográficas que incluye en el taller, porque me han hecho descubrir algunos autores y escritores de los que, quizás, conocía el nombre pero nunca había leído nada y, ahora, me fascinan.

Estimado amigo Wanso, no quisiera aburrirte más profundizando en las experiencias que estoy adquiriendo, supongo que con todo lo anterior te llegarás a hacer una idea general. De igual modo, me tomo la libertad de recomendarte que te acerques un lunes cualquiera al taller y lo compruebes tú mismo. Estoy convencida que si lo haces, acabarás repitiendo lunes tras lunes hasta que finalice el mes de junio.

"Escribe, déjate llevar" es mi recomendación y si no lo haces, espero que al menos me leas.
Y ahora, cuéntame tú ¿qué tal todo?

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