Microrrelato nº1
'¿En qué se convierte un amor platónico una vez que se ha conseguido?' era la pregunta que llevaba ocupando la mente de Lis a tiempo completo los últimos cuatro días. Y es que todo había pasado demasiado deprisa, sin lugar a dudas había sido un golpe de suerte caído sin saber muy bien de dónde.
No era más que una cuestión estúpida, de las que se sabía la respuesta mucho antes de llegar a preguntárselo. Ella era, posiblemente, la persona a la que más le gustaba por aquellos tiempos idealizar un romance. Buscar una pasión, un motivo por el que ser feliz e infeliz. Una historia.
Y, esta vez, Lis contaba con todos los elementos necesarios para crearla: un cálido verano, una noche de alcohol y situaciones que se acabaron dando solas, un amor platónico que había pasado por su cama y unas ganas de aceptar todo lo que viniese prometiéndose a sí misma no quejarse de nada ni esperar nada que no pudieran darle.
Es curiosa la forma en la que hay almas que viajan por mundos diferentes y en sentidos totalmente opuestos hacia destinos compartidos. Irónico cuanto menos, pero es así y Lis pudo comprobarlo la misma noche en la que él, su desconocido, se quedó con gran parte de su independencia y libertad.
Hablemos de él. Totalmente desconocido. Amor platónico misterioso. Segundo protagonista de esta historia, pero ajeno a ella. Otro punto de vista diferente sobre un mismo hecho. Ojos claros, nombre ambiguo y completo ignorante de la existencia de Lis. Al menos hasta esa noche.
Dos personas en un verano ya quemado. Dos entes que ya se había encontrado en otra parte de este inmenso universo. Una casa, una cama, ausencia de palabras.
Es posible que, a día de hoy, ninguno sea consciente de lo que pasó esa madrugada en aquella habitación, que el secreto aún lo tengan guardado esas sábanas. Y, es que con toda seguridad no fue el polvo de sus vidas, quizás quedó muy lejos de serlo, pero esa noche la indiferencia, por parte de él, y la ilusión, por parte de ella, hicieron el amor intensamente. Ambos se quedaron marcados por la desvergüenza típica de dos extraños borrachos.
Han pasado cuatro días y Lis sigue buscando en cada detalle una explicación que le ayude a poner un poco de calma y orden en sus dislocados pensamientos. Nadie como ella para imaginar.
Es el último martes de un moribundo agosto, un verano que apura sus días, como Lis apura su café antes de bajar a la piscina.
- Hola Lis, te he cogido el mejor sitio para que te sientas en deuda conmigo y me acabes contando todo lo que pasó el viernes después de dejarte en casa - dejó caer su mejor amiga Carla.
- Siento decepcionarte pero no te daré detalles.
- Venga Lis, te acabas tirando a tu gran amor platónico y, ¿no le vas a dar todos los detalles a tu mejor amiga? Va, cuéntame cómo fue. ¿Te gustó?
- Mucho.
- ¿Y qué más?- le insistía Carla a su reservada amiga.
- Sólo algo más, algo extraño en mí... Y es que me levanté abrazada a él - confesó Lis
- ¿Y?
- Carla, sabes que no soy de ese tipo de chicas que dan abrazos y cariñitos después de echar un polvo con un desconocido, porque al fin y al cabo, no es más que un desconocido para mí. No me gusta crear un vínculo sentimental si es la primera vez que me acuesto con alguien y creo que esta vez lo he hecho.
- Tú y tus excentricidades Lis. No tiene nada de extraño querida, de hecho, es lo más normal en estos casos- le espetó Carla a su mejor amiga.
Pero Lis sabía que no. No era normal en ella, por muy enamoradiza que fuese nunca se había dejado llevar así la primera noche. Nunca había entregado tanto.
Ni siquiera se acordaba bien qué había pasado entre los dos, pero tenía la certeza que para ella algo estaba cambiando ya. No era consciente ni qué, ni cómo ni por qué, pero un cambio se dejaba intuir tímidamente en un horizonte que estaba a su alcance.
Ella misma se contestó a la pregunta más repetida durante estos días '¿En qué se convierte un amor platónico una vez que se ha conseguido?': En futuro.
Él, sin embargo, no se preocupó de nada. No escribió ni llamó, ni siquiera fue capaz de saludar a Lis al encontrársela por casualidad una tarde en la playa. Sus preocupaciones eran otras en aquel momento y Lis no había sido más que una joven aventura de una calurosa noche de verano desesperado. Una chica más que añadir a su larga lista, alguien que pasaría desapercibida entre los amores fugaces de una noche.
Nada más lejos de la realidad...
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