Reformando la casa y/o la vida

                                              Foto: Pilar AG
El otoño ha llegado y con él una estación que me hace ser un poquito más reflexiva, como ya todos sabéis. Aunque no estoy segura del porqué, es ley. 
Quizás sea que el 'embrutecimiento' del verano viene pidiendo por duplicado esos momentos de aislamiento, divagación y tormenta de proyectos e ideas. 


Y es que desde mi vuelta a España, tras algo más de un año en el extranjero, he pasado mucho tiempo revisando una y otra vez uno de los libros más leídos cada año a nivel mundial, y no, no es la Biblia sino el catálogo de IKEA. Ya os imaginaréis que volver es metafórica y literalmente: restaurar, construir y empezar de cero.


Tanto es así que tras muchas horas empapándome del estilo sueco que ya nos invade, su simplicidad, sencillez y esa filosofía cuadriculada de DIY, me hacían reflexionar con cada página que pasaba en búsqueda de la mesa ideal o la indecisión a la hora de elegir el color adecuado para el armario. Y es que el gigante sueco mejor de lo que yo hubiera llegado a pensar, cuando hace años, y a través de una de sus famosas láminas que de obligado cumplimiento todos los pisos universitarios teníamos, le dio por predecir mi futuro. Y acertó.


Por ello, y una vez acabadas todas las visitas al titán amarillo y azul, me hicieron darme cuenta que IKEA, y su catálogo, no es más que el muestrario de nuestro presente: nos quedaríamos con todo pero hay que elegir. Todo nos gusta y a todo querríamos aspirar, pero como en la vida, a IKEA hay que llegar con las ideas claras, la lista hecha y los colores elegidos. 


Y todo lo que nos desviemos de ahí, del 'Do it Yourself' o de las flechas a seguir en IKEA, será perderse en 'el bucle de las mil opciones' que nos cegará para erigir la vida, o en este caso la casa, que tanto deseamos.


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