Buenos días.
Ni los buenos son tan buenos; ni los malos tan malos.
No hay blanco; ni hay negro. Hoy, todo es gris.
Lo pienso. Cada vez estoy más convencida. He llegado a una conclusión que además de agradarme es sensata.
No siempre una decisión termina convenciéndonos. Elegir entre varias posibilidades: aceptando sus consecuencias y rechazando otras.
Por suerte, todo a lo que he renunciado era prescindible, lo que desestimé no me completaba realmente.
Tampoco estoy orgullosa de haberlo perdido. A nadie le gusta perder. Pero me convence.
Me convence porque la balanza así lo dice. Porque la probabilidad esta vez parece estar a mi favor. Aunque soy de letras, creo y confío en esa maravillosa ciencia, que se atreve predecir matemáticamente lo que puede suceder. Porque si existe la probabilidad de un suceso; por muy baja que sea, manda a la China en un vuelo de primera a la imposibilidad.
Me convence porque esta vez sé que es la definitiva, ya no habrá más.
Y si no sale como espero, prometo no intentarlo nunca más.
- Porque hay días en los que el despertador suena con la banda sonora de nuestra película favorita. El café se hace sólo y nuestro pelo está perfecto.
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